Tumbarme en el sofá haciendo zapping compulsivamente, sin ganas de ver nada en concreto e incapaz de levantarme salvo para sobrealimentarme de grasas saturadas trans y porquerías varias.
Tuve mi momento Brigitte Jones una tarde tumbada en el sofá, viendo en la tele en MTV "Ya no estoy gordo" mientras devoraba un paquete enorme de patatas fritas y pensaba "me parece que esto no tiene mucho sentido".
Parece ser que mi subconsciente no entiende que no estoy sóla realmente, que vuelven enseguida, y se empeña en llevarme al país del vacío y la nada, del agotamiento extremo, de la desidia por desidia.
Menos mal que las amigas existen y son la leche y ya vamos quedando para una u otra cosa y poder romper así la cadena de sucesos que me llevan a estar horas frente a la caja boba.
El fin de semana me preguntaban si esta semana iba a estar igual y respondí que ni de casualidad, no pienso permitir que el ánimo decaiga. Y bueno, más o menos lo estoy consiguiendo pero ya he decidido que no voy a luchar contra la soledad. Ese sentimiento es mío y quizás me toque vivirlo como parte de mí, porque cada vez que lucho contra él, se hace mil veces más fuerte que yo y me derrota.
Igual hasta nos hacemos amigas "la Sole y yo" y quedamos para tomar unas copas y reirnos de los viejos tiempos, para añorar los que no vinieron nunca y llorar por los que no vendrán ya. Quien sabe, igual entonces descubra que se puede vivir en un mundo paralelo al que habito sin que ello suponga una crisis, o quizás resulte que no es un mundo paralelo, sino que es parte del mundo, de mi mundo.